domingo, 29 de mayo de 2011

Cine argentino: tres películas imperdibles en cartelera

Revolución. El cruce de los Andes



En el marco del bicentenario de la Revolución de Mayo, el cine argentino presentó diferentes propuestas para conmemorar dicha efemérides. La primera gran producción fue Belgrano, protagonizada por Pablo Rago. En esta oportunidad fue el turno de Revolución. El cruce de los Andes, dirigida por Leandro Ipiña y producida por la Televisión Pública con el auspicio de Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, relata la historia del hito llevado a cabo por José Francisco de San Martín. La propuesta es recuperar un género que parecía monopolizado por Hollywood (el bélico) y darle características no solo argentinas, sino latinoamericanas.

En 1880, 63 años después de la epopeya, un periodista (Lautaro Delgado) entrevista a Manuel Esteban Corvalán (Juan Ciancio), uno de los últimos hombres vivos que cruzaron la cordillera de los Andes junto al General San Martín (Rodrigo de la Serna). Corvalán tenía quince años en ese momento y, gracias a que sabía leer y escribir, fue uno de los secretarios del General.

En una pensión, relata lo que se considera una de las grandes hazañas de la historia argentina, con sus éxitos y sus dificultades. Además, describe la intimidad su líder, considerado el “padre de la patria”, quien se transformaría, junto con Simón Bolívar, en uno de los dos hombre más decisivos de la independencia de América del Sur. La película, según su director, “le devuelve el carácter americano que tuvo la revolución”.


Un cuento chino



Un cuento chino es la tercera película de Sebastián Borensztein, cuya fama se remite a su trabajo como guionista y director de televisión en los programas de su padre, Tato Bores, y producciones como Cha, cha, cha (1995) y Tiempo final (2000). Sus anteriores obras cinematográficas son La suerte está echada (1995) y Sin memoria (2010).

En esta oportunidad se trata de la historia del encuentro entre Roberto (Ricardo Darín) y un chino llamado Jun (Ignacio Huang) que deambula perdido por la Ciudad de Buenos Aires en busca del único familiar que tiene vivo, su tío.

Roberto es ferretero y veterano de la Guerra de Malvinas. Esto último dejó secuelas: se convirtió en un hombre solitario, parco, que pasa la mayor parte del tiempo en su casa. Tiene un único hobby: coleccionar recortes de noticias extrañas. Jun, que no habla ni una palabra de español, viajó a la Argentina luego de que una vaca que cayó del cielo matara a su novia. A partir del encuentro, Roberto lo ayuda a en la búsqueda de su pariente, una aventura que parece devolverle sentido a su vida.

Lo curioso de esta película es que se trata de una comedia creada a partir de una situación trágica, lo cual genera que el espectador termine riéndose de situaciones que tal vez, en otro contexto, serían dramáticas.


Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo



Si algo le faltaba a Alberto Laiseca, tal vez el mejor narrador de terror de la Argentina, era incursionar en el cine. Querida, voy a comprar cigarrillos y vuelvo, dirigida por Mariano Kohn y Gastón Duprat (ambos directores de El artista y El hombre de al lado), está basada en un cuento inédito del autor, que es, a la vez, quien narra la historia. La película está protagonizada por Emilio Disi, Eusebio Poncela y Darío Lopilato.

Disi interpreta a Ernesto Zambrana, un empleado inmobiliario con una vida por demás mediocre, que firma una suerte de pacto del más allá con un hombre con poderes sobrenaturales, interpretado por Poncela. A partir de este “contrato”, Ernesto tiene la posibilidad de volver a vivir los siete años de su vida que él elija, pero con la experiencia adquirida, y por eso recibirá un millón de dólares.

Él acepta creyendo que podrá utilizar sus conocimientos del futuro para hacerse rico y famoso, y también tomarse revancha de oportunidades que no supo aprovechar. A partir de ahí la película transcurre en tres épocas distintas en la vida de Zambrana, que son interrumpidas por sus propias torpezas. La primera, diez años atrás. La segunda, en la que Lopilato interpreta al joven Ernesto, transcurre en los últimos años de la década del 60 y principios de los 70, y la tercera en la infancia.

La particularidad es la intervención de Laiseca como narrador omnisciente, una suerte de Dios creador (lo cual, de hecho, es) que mete bocadillos e incluso por momentos hasta se burla del protagonista.
La historia es entretenida y dinámica, aunque por momentos se torna tan absurda que resulta inverosímil.

La cartelera y los horarios de las funcionaes de estas y otras películas pueden ser consultados en http://www.cinesargentinos.com.ar/

Juan Ignacio Agosto


1 comentario:

  1. Gracias por las recomendaciones!
    Ya que vendra mi prima de Mexico a visitarme, se quedará unos días conmigo en el alquiler temporario en buenos aires en donde vivo yo, y me gustaría llevarla de paseo, pero por ejemplo si llueve, mejor ir al cine que andar paseando bajo la lluvia!
    en fin, gracias por las sugerencias cinematograficas :)

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