Sobre calles de adoquines, rodeado de extravagantes locales de ropa y modernos restó-bares, se emplaza un antiguo bastión de lo que alguna vez se conoció como Palermo Viejo, y que resistió la desaparición y el paso agigantado de la modernidad: El Preferido de Palermo.
Fundado en 1952 por una familia de inmigrantes asturianos y situado en la esquina de Jorge Luis Borges y Guatemala, en el corazón del rebautizado Palermo Soho, este anacrónico reducto ejemplifica cómo comenzaron lo que los criollos llaman “bodegones”: primero como almacén y luego como restaurant.
La particularidad es que en el caso de El Preferido una cosa no reemplaza ni se mezcla con la otra, sino que por un lado, sobre Guatemala, se encuentra el almacén, con frascos de conservas, latas de frutos de mar y jamones colgados del techo; y por el otro, sobre Borges, el restaurant propiamente dicho, ambientado con paredes de madera y escudos de la provincia de Asturias. Esta particularidad lo transformó en uno de los emblemas de la gastronomía de Buenos Aires, reconocido internacionalmente.
En el almacén se pueden comprar también tanto aperitivos clásicos argentinos poco comunes en las góndolas de los supermercados porteños, como productos españoles que rara vez se ven en el Río de la Plata, y es así como botellas de Amargo Obrero y Pineral se intercalan con las queridas manzanillas y brandys de Jerez.
Pero además, el almacén está habilitado como salón para comer, beber unas copas o disfrutar de una picada ibérico-platense, que funde ambas culturas entre salamines de Tandil y jamón de las sierras cordobesas (las españolas, claro), sentados en bancas altas y rodeados de carteles enlozados de antiguas publicidades de gaseosas y cervezas, como la popular Quilmes.
El restaurant pretende un clima más formal, aunque familiar, y hace sentir como en casa a cualquier “gallego” que esté de paso por la Argentina y quiera, por lo menos una vez, sentir el gustito de una fabada o una paella.
La variedad de platos es la justa: ni tan extensa como para confundir ni tan limitada como para pensar que el cocinero no se ha recibido de tal. Los precios no son muy elevados, pero para el viajante en recesión he aquí un consejo: los platos son abundantes, nada de lo que la carta presente como “para dos” es tal, sino que pueden comer tres e incluso, si se hace un esfuerzo, cuatro personas.
Juan Ignacio Agosto
Me viene muy bien esta info, porque como me mudaré pronto a un departamento temporario en Palermo en donde estaré viviendo un tiempo, saber que lugares para salir a despejarse hay por la zona, me viene muy bien
ResponderEliminargracias!
saludos